London Blogging Night

¡Hola!


El relato con el que inauguramos esta aventura se tituló London Bloggin Night y es una historia de amistad con todos los ingredientes de una novela de intriga: una desaparición misteriosa, un personaje siniestro, pasiones, miedos e incertidumbres. Puedes encontrar los 47 capítulos en el archivo.


Ahora iniciamos una Isla de Relatos (casi perversa) donde intentaremos contar historias que os evadan un rato, a la vez que os provoquen. Queremos que paséis un tiempo, sea el que sea, pero que sea memorable.



Patricia & Isabel


sábado, 4 de mayo de 2013

CAPÍTULO 16: Una de cal y otra de arena


“Después de anoche tengo que seguir enredándola. Es la mujer ideal para mis planes, pero tengo que ir con cuidado de no espantarla, de no alejarla de mí. Aunque justamente esa sensación de peligro, que sé que ella tiene, hincha las velas de mi proyecto. ELLA es inteligente, despierta y muy, muy hermosa, y tiene ganas de conocer sus límites. ¿Por qué yo no habría de “ayudarla”? “
Hoy es fiesta y el día luce espléndido. Mirando a través de los grandes ventanales de The River Café,  un restaurante italiano precioso a orillas del Támesis, John desgrana sus pensamientos sobre Eme, sobre su estrategia con ella. Está seguro que esa velada desestabilizadora “a la japonesa” le ha encantado, que su lascivo beso no ha sido suficiente. Para él tampoco. A pesar de sus motivos, de sus planes particulares para con la chica, hay algo en ella que le arranca una sonrisa, que le hace desear oírla, verla de nuevo. Busca su número en el móvil.

-Hola, Eme. How do you do?

Ella no acostumbra a coger llamadas de números que no identifica. Es una buena costumbre. Pero esta vez algo le ha impelido a hacerlo. ¿Por qué?

-Hola, John. Estoy muy bien, gracias. Nos vemos luego para unos detalles de trabajo, ¿verdad? –le tiembla todo mientras contesta, y sonríe. Como una tonta. Desearía decirle que le encantó la cita de la pasada noche. Que ahora querría más que una reunión…

-Claro. Pero no te llamaba para recordártelo. Quisiera hacerte otra propuesta –lanza Essol, y se queda tan fresco.

-Si se parece a la de ayer, necesito descansar. Además, llevo unos días tan intensos, tan diferentes, que no me concentro. Dame tiempo, ¿te parece? Me divertí mucho anoche, de veras. Pero estoy agotada.
-Precisamente, cariño, quería que te relajaras. Quizás ayer fueron demasiadas emociones de golpe. Ya te dije que hago lo posible para que las personas que trabajan conmigo se sientan como, o mejor, que en casa. Pero nos excedimos un poco. Debes perdonarnos: sólo deseamos gustarte. Porque nos gustas. Me gustas…


Eme se ha quedado muda. Le late el corazón a mil. Se le ha comido la lengua el gato. Tiene que decir algo: -Me lo pasé muy bien, ya te lo he dicho. Dime, John, ¿qué idea tienes en la cabeza?
“Así debo ser: educado, amable, desconcertante también. Ahora lo veo aún más claro. ELLA me desea, necesita más. Así que voy a darle lo que quiere, pero a mi ritmo. La mejor manera: una de cal y otra de arena. De momento, ayer hubo cal, deseos recién descubiertos, momentos desestabilizadores, sentimientos encontrados… Eme se dejó llevar, a pesar de no estar segura de nada. Cual bella marioneta. A la que hay que cuidar para que no se rompan los hilos que la unen a ti.“
-Una idea tengo, y es deliciosa. Conozco uno de los mejores restaurantes británicos de esta ciudad, The Rib Room. Destila refinamiento inglés y está muy bien situado, en la planta baja del hotel Jumeirah Carlton Tower. La excelente carne es de ternera Angus de Aberdeen; las ostras y el marisco se traen frescos de Lock Fyne en Escocia. Reservo, te paso a buscar y tú sólo tienes que estar estupenda y dispuesta a disfrutar. ¿Qué dices?

- Que sí, por supuesto. Como anoche, lo presentas todo tan bien que es difícil resistirse. Hablamos de la hora después –esto dice Eme, mientras se muere por saber por qué John ha elegido un restaurante en el mismo edificio de un hotel. ¿Es porque el establecimiento es uno de los buenos y a él sólo le va lo mejor? ¿O la razón radica en lo que se está oliendo ella? Y si es así, ¿se quedará quieta? Preguntas, siempre demasiadas preguntas sin respuesta… ¡Cómo echa en falta a su amiga!
-De acuerdo –dice triunfante Essol–. Como tú digas.

Él mira de nuevo tras los cristales, pero esta vez desde muy alto. Observa la gran Luna en silencio, saboreando lo ocurrido y envuelto en una gran manta. Su pelo está despeinado y recuerda.
No para de recordar. A través del olor dulce que invade la habitación, no deja de rememorar momento a momento: la buena, y preciosa, compañía; la exquisita cena de delicados aromas y mejores texturas en el centro de Londres, a vista de pájaro del río que surca la ciudad; la nueva propuesta planteada a Eme, o sea, quedarse con él esa noche, y su mirada de gata diciéndole que sí; la mágica suite de este hotel, con soberbias panorámicas del skyline londinense; su boca sedosa, los besos locos; el aliento entrecortado; las manos que no saben dónde posarse de tanto que hay por tocar, por explorar; los ojos cerrados, dejándose arrastrar, y también bien abiertos, en impaciente expectativa; las palabras a media voz y los gemidos incontrolables; las ganas de acabar y que no acabe nunca; el temblor y el éxtasis…
“Hoy ha sido arena y nos ha gustado. Tengo que pensar en la próxima batalla, y toca cal.”

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