Marcus conseguía que entrara en otra dimensión. Una dimensión que trascendía de la realidad mundanal. Con frecuencia, sus abrazos rodeaban algo más que mi cintura y se alzaban como barreras fronterizas que mantenían alejados a mis fantasmas. Su presencia insuflaba cápsulas de optimismo a mis rutinas. Me ayudaba a engranar las piezas de mi puzzle vital para que éstas encajaran mejor. Le profesaba un puntito de admiración, sazonado con cantidades proporcionadas de deseo. No me avergonzaba de él ni cuando confesaba su más absoluta ignorancia sobre algunos aspectos de mi profesión.
- ¿Cómo es eso de que las necesidades no se crean? - Solía preguntarme una y otra vez para que yo entrara en el ruedo cual Mihura, directa a su embuste.
- ¿Otra vez? Pues eso, que no se crean. Nuestro trabajo es identificarlas para poder ofrecer la solución que las satisfaga.
- Pues tú a mí me has creado la necesidad imperiosa de tenerte cerca, así que “no tengo más preguntas Señoría”.
Yo sonreía como toda respuesta y solía cambiar el tono de la conversación. Aunque era cierto que me estaba encariñando de él, también lo era que no acababa de verme en una relación convencional y huía de los sentimientos que suelen trepar por el término “compromiso”.
En definitiva, me gustaba su compañía, escuchar su punto vista sobre lo que fuera y, por supuesto, sus besos, en cualquiera de las modalidades e intenciones. Pero en lo que se refería a proyectos en común, giraba por la primera esquina que encontraba para desviar el camino o, directamente, cambiar de acera.
Por otro lado, había una gran brecha entre nosotros, un problema para el que yo no contaba con la objetividad suficiente como para solucionarlo. Se trataba de la visceral animadversión que tanto Eme como él se profesaban. Existía un pacto tácito de respeto cuando yo estaba presente, pero era totalmente evidente la rivalidad que había entre ellos dos.
Marcus regentaba un estudio de jóvenes y valientes arquitectos de Barcelona especializados y obsesionados, dicho sea de paso, en preservar los principios del concepto “Hábitat Urbano”. Solía parafrasear a un colega suyo diciendo que la auténtica arquitectura es aquella que construye para darle al hombre su lugar. Sostenía que, en tanto creación humana e integrante de la sociedad y la cultura, los proyectos debían favorecer un espacio sano, armónico, participativo y responsable en su relación con el ambiente.
A Eme le interesaba la arquitectura en su vertiente más artística y achacaba a Marcus un falso idealismo en sus trabajos, lo que le desprestigiaba. Marcus acusaba a Eme de impregnarnos de su ignorancia indiscreta, en cuanto se imponía sin escuchar, ni respetar las opiniones expertas. Yo intentaba no meter baza, pues como digo, estaba demasiado involucrada. Sin embargo, me afectaba esta pelea de gallos y acababa por recibir algún que otro picotazo.
Nos conocimos los tres en una reunión de trabajo en el Ayuntamiento de Barcelona.
- “Os presento a Marcus Silva, del estudio de arquitecto TANGO BCN. Han sido ellos los encargados de realizar el proyecto de remodelación de los mercados municipales que queremos presentar a los ciudadanos”. - Nos presentó la responsable de comunicación corporativa del Ayuntamiento.
- ”Encantada”, dije.
- ”Hola”. Cerró contundente Eme.
Ya, en ese instante, vi el cruce de miradas entre ambos que no supe bien si atendía a una atracción del tipo física o química. Después de tantos años al lado de Eme conocía hasta el significado de sus suspiros, pero debo reconocer que en ese instante no fui capaz de identificar lo que había detrás de ese “Hola” tan seco.
Durante casi dos horas, Marcus hizo una impecable presentación del modelo de remodelación y modernización de los mercados municipales. Destacó los puntos fuertes del proyecto en clave de servicios a la ciudadanía, así como su proyección internacional exportando lo que se había convertido en el “modelo Barcelona”.
Eme y yo vibrábamos con un caramelo profesional así. Teníamos ante nosotras un reto de comunicación de los que te permiten desplegar alas y alcanzar la máxima altitud de crucero. Nos pedían planteamientos innovadores tanto en los mensajes como en los medios, aplicar el pensamiento lateral para obtener la solución creativa menos ortodoxa.
En seguida vi la necesidad de formar un equipo con el de Marcus y abordar el proyecto de manera colaborativa. Lo que no vaticiné fue el conflicto que se generaría entre Eme y Marcus vigente a día de hoy.
-Eme está todavía en Londres. No sé cuándo volverá exactamente, aunque por su último email creo que será en breve. - Informé a Marcus intentando normalizar una conversación que incluyera su nombre.
-¿Cómo se llama Él?_ Me espetó.
Le miré recelosa, entre sorprendida por su suspicacia y defensora de mi otro yo, Eme.
-Eme me habló de una galería de arte en Londres, la White Cube. Estaba realmente interesada en conocer la colección y por eso se ha quedado. No tiene que ver exclusivamente con un nombre propio. Y sabes lo que me duele que no intentes respetarla. - Le respondí.
-Bueno, bueno, te dejo un rato. Tengo que pasar por el despacho antes de cenar.- Marcus cogió el juego de llaves que yo le regalé hace algunos meses. Fue el primer, y hasta la fecha, único detalle que había tenido con él para demostrarle que había hecho la elección de estar exclusivamente con él.
-Marcus…- Le dije antes de permitir que cerrara la puerta tras de sí.
-¿Qué? – Contestó resignado.
-¿Algún día podremos reírnos los tres de esta tensión innecesaria?- Le supliqué.
-Seguro que sí Sab…seguro que sí – Y cerró la puerta.
Sonó tan convincente como cuando mi banco me dice “Tenemos mucho que ofrecerte sin pedirte nada a cambio”.
Me quedé en compañía del nombre de Eme retumbando por todo el piso. Decidí contestar su email por fin, confiando en que el paso de tiempo habría atenuado mi enfado con ella.
-“Hola Eme,
Perdona que no te haya contestado antes…”
Borré la primera frase por convencional y falsa. Entre ambas no había mentiras.
-“Hola Eme,
Ya he entregado la presentación que teníamos entre manos. Ha sido un curro…pero estoy satisfecha con el resultado…”
Ahora sí empezaba a hablar con sinceridad.
Le conté los días de agobio y estrés que había vivido y que por fin habían acabado, mientras suponía que ella estaría disfrutando de lo lindo. Sobre todo incidí en la primera persona del singular para aumentar el dramatismo.
Le hablé por encima de Marcus (yo siempre en mi labor evangelizadora) y de su trabajo.
Acabé con un “Espero que estés bien. (¡¡¡Cabrona!!! - pensé, pero lo omití. No era necesaria tanta sinceridad).
-“Nos vemos pronto”. La típica intención que, al hacerse así, en genérico, sin concretar, difumina cualquier atisbo de interés real.”
Le di a “enviar” distraída en comprobar si me daba tiempo a ducharme antes de que regresara Marcus.
No sabía entonces cuánto iba a necesitar Eme mis palabras, y cuánto debería yo haber escrito con el corazón en lugar de hacerlo desde el rencor.
-“Mensaje enviado”.
Cerré y me fui a la ducha. Tardé unos 30 segundos en cambiar a Eme por Marcus en mi cabeza. Tenía unos 30 minutos más para arreglarme.
Páginas
London Blogging Night
¡Hola!
El relato con el que inauguramos esta aventura se tituló London Bloggin Night y es una historia de amistad con todos los ingredientes de una novela de intriga: una desaparición misteriosa, un personaje siniestro, pasiones, miedos e incertidumbres. Puedes encontrar los 47 capítulos en el archivo.
Ahora iniciamos una Isla de Relatos (casi perversa) donde intentaremos contar historias que os evadan un rato, a la vez que os provoquen. Queremos que paséis un tiempo, sea el que sea, pero que sea memorable.
Patricia & Isabel
El relato con el que inauguramos esta aventura se tituló London Bloggin Night y es una historia de amistad con todos los ingredientes de una novela de intriga: una desaparición misteriosa, un personaje siniestro, pasiones, miedos e incertidumbres. Puedes encontrar los 47 capítulos en el archivo.
Ahora iniciamos una Isla de Relatos (casi perversa) donde intentaremos contar historias que os evadan un rato, a la vez que os provoquen. Queremos que paséis un tiempo, sea el que sea, pero que sea memorable.
Patricia & Isabel
No hay comentarios:
Publicar un comentario