Bella, grandiosa, con 100 años a sus espaldas y, aún así, moderna y símbolo del lujo. Así la ven los tres viajeros en cuanto la pisan: llena de referencias literarias, cinematográficas y artísticas, patrimonio de la ciudad y una de sus joyas más valoradas. También misteriosa, eterna -a pesar de pasados intentos de demolición-, punto de encuentro, lugar de paso, refugio y esparcimiento de millones de personas que la disfrutan a diario. La Gran Estación Central de Nueva York abre sus brazos de par en par a sus nuevos visitantes y les acoge encantada. Stephen y John ya la conocen y, por ello, sus renovadas miradas de admiración no se pueden comparar con los ojos bien abiertos y asombrados de Eme. A ella le parece que está en el cielo, entre nubes, puesto que nunca imaginó encontrarse tan pronto en este espacio -idea “descabellada” del titán empresarial Vanderbilt- que le envuelve con su majestuosidad, con las voces y los rostros del pasado...
Inmersa en el bullicioso ambiente de la gran terminal, a Eme ni siquiera le importa no haber podido hablar con Sabela, ni que su móvil no funcione. En este momento sólo puede imbuirse de todas las sensaciones y circunstancias que le han llevado hasta aquí, sólo tiene miradas para esta preciosa estación y para sus dos acompañantes, sólo quiere saber si tendrá éxito y cómo se desarrollará el proyecto que les ha traído a la archifamosa isla del “fin del mundo” de Manhattan, en pleno centro de Nueva York. Y sus pensamientos son completamente normales: ¿quién no se sentiría de la misma forma en este sitio?
-Encanto, sé que la estación es una maravilla, pero no has dicho ni una palabra desde que hemos llegado... Sabes que no venimos de turistas, ¿verdad?
Así de rotundo se expresa John, que no puede soportar la mirada fascinada de la mujer ante tanta fastuosidad. Se nota celoso hasta del marmóreo suelo... ¡Maldito sea! Pero Eme no tarda en contestar y le saca de golpe de su ataque de cuernos: -Sé lo que hemos venido a hacer, compañero, y estoy deseando conocer a Curanaj. Seguro que acepta trabajar con nosotros y, entonces, ganaremos un prestigio enorme sólo por el hecho de colaborar con un artista profesor de la Grand Central Academy of Art.
-Vale, vale, veo que has hecho los deberes, guapa. He quedado con Tony, “nuestro” pintor, precisamente en la academia. Ahora estará terminando una de sus clases, y nos espera a continuación en The Water Street Atelier, el programa con solera de 10 años que realiza la academia en el que los estudiantes serios pueden adquirir las bases de una educación clásica. La experimentación viene después...
Stephen está de acuerdo con su colega, y coincide con Eme en la prisa por saludar en persona al artista neoyorquino: -¿Nos dejamos de circunloquios y aceleramos? A este paso llegamos tarde y, para mí, sería la primera vez. Curanaj tiene buenas referencias de nuestra galería y el trabajo que hacemos en ella, y dice que está barajando una idea desde que llegó de Tenerife. Quizás sea la oportunidad que andamos buscando.
-
¿Tenerife? ¿Te refieres a la isla canaria? -Eme no gana para sorpresas y su cara de incredulidad lo dice todo.
-Sí, claro, tesoro. ¿Acaso existe otra Tenerife? La isla de los contrastes y de la eterna primavera es destino, y también residencia habitual, de muchos viajeros ingleses, alemanes y americanos, tanto del sur como del norte. Y entiendo que le pueda interesar a un artista como Tony, creador de bellas composiciones de ricos y vibrantes colores. Porque esa isla afortunada, de las luces y las sombras, los paisajes verdes y los desérticos y “lunares”, las nubes que empujan los vientos alisios, el mar azul, dorado o gris metalizado, según el momento, el sol espléndido y los misterios y símbolos de los antiguos guanches, son terreno abonado para la mirada de un pintor. Además, el Atlántico, con sus furias y sus calmas, es mucho océano...
-¡Caramba, Stephen! Pareces incluso tinerfeño -se burla John. Sabe que su compañero tiene razón, pero le cuesta dársela... siempre-. Vamos, pues.
Tras un grupo de estudiantes con sus cuadernos de dibujo y sus caras ilusionadas, sale del aula el joven profesor. Es moreno, de cortos cabellos despeinados, piel clara, complexión normal tirando a delgada y mirada y sonrisa inteligentes y socarronas. Su vestimenta informal, que incluye vaqueros y camisa arremangada y suelta sobre una camiseta, le presenta como una persona “normal”. Eme le acaba de “hacer una foto”, y parece que los dos hombres que la acompañan también.
-Hola, Tony, soy Stephen Avery. Encantado de conocerte en persona. Te presento a nuestra colaboradora de Barcelona, Eme Cabot y a John Essol, mi colega.
-¿Qué tal, Stephen? Es un verdadero placer. ¿Queréis que vayamos a mi despacho y hablamos tranquilamente allí? Tengo un buen sofá, café y unos bollos deliciosos. Si no tomo algo a media mañana, no puedo coger ni un pincel.
Los tres recién llegados tienen, al unísono, una misma idea: este hombre parece feliz. No deja de sonreír ni un momento, su ilusión se trasluce en cada uno de sus movimientos y su mirada directa está repleta de interrogantes, de expectativas. Eme cree que, con lo polifacético que es, podrán trabajar estupendamente con él. Stephen, por su parte, lo tiene claro: esta inversión de tiempo y recursos será fácil y fructífera, puesto que Tony está abierto a todo. Y John, totalmente convencido que la empresa llegará a buen puerto -nunca mejor dicho, con dos islas implicadas-, se relame, y no sólo pensando en el trabajo. Conociendo sus ideas escabrosas, el astuto y perverso ayudante empieza a urdir un plan en su hirviente cerebro. Como Curanaj, está abierto a todo... y la encantadora Eme es el deseable blanco de sus tretas, el desencadenante que le excita, poseedora de las curvas que le hacen temblar de impaciencia... Todos sus pensamientos confluyen en una sola idea: ¿Por qué no luchar por un cuarteto en lugar de apostar únicamente por un trío? El artista nacido en Nueva York que les conduce a su sancta sanctorum titula su blog personal “El Arte es largo... la vida es breve”. Essol le da la razón: hay que aprovechar el tiempo.
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London Blogging Night
¡Hola!
El relato con el que inauguramos esta aventura se tituló London Bloggin Night y es una historia de amistad con todos los ingredientes de una novela de intriga: una desaparición misteriosa, un personaje siniestro, pasiones, miedos e incertidumbres. Puedes encontrar los 47 capítulos en el archivo.
Ahora iniciamos una Isla de Relatos (casi perversa) donde intentaremos contar historias que os evadan un rato, a la vez que os provoquen. Queremos que paséis un tiempo, sea el que sea, pero que sea memorable.
Patricia & Isabel
El relato con el que inauguramos esta aventura se tituló London Bloggin Night y es una historia de amistad con todos los ingredientes de una novela de intriga: una desaparición misteriosa, un personaje siniestro, pasiones, miedos e incertidumbres. Puedes encontrar los 47 capítulos en el archivo.
Ahora iniciamos una Isla de Relatos (casi perversa) donde intentaremos contar historias que os evadan un rato, a la vez que os provoquen. Queremos que paséis un tiempo, sea el que sea, pero que sea memorable.
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