London Blogging Night

¡Hola!


El relato con el que inauguramos esta aventura se tituló London Bloggin Night y es una historia de amistad con todos los ingredientes de una novela de intriga: una desaparición misteriosa, un personaje siniestro, pasiones, miedos e incertidumbres. Puedes encontrar los 47 capítulos en el archivo.


Ahora iniciamos una Isla de Relatos (casi perversa) donde intentaremos contar historias que os evadan un rato, a la vez que os provoquen. Queremos que paséis un tiempo, sea el que sea, pero que sea memorable.



Patricia & Isabel


miércoles, 9 de octubre de 2013

Capítulo 26: Un mensaje para Guille

Una puerta se abre con cuidado. Eso es lo que oye Eme, que se resiste a abrir los ojos entre los recién abandonados vapores del sueño. La puerta, y la voz de John saludando a Stephen, que trae consigo unos deliciosos bollos. John no puede esperar más para contarle la conversación con Ludmila:

-Nuestra rusa está nerviosa, Stephen. Tiene ganas de ver a este portento de mujer que nos hemos agenciado para ella. Y, por supuesto, para nosotros.

Stephen sonríe, porque sabe que la impaciencia de esa mujer fría es una buena señal. El hecho que ella, que nunca deja traslucir sus emociones, se encuentre en esa tesitura no hace más que beneficiarlos. Cuanto más interés tenga la calculadora soviética, más aumentará el provecho que puedan sacar de todo ello, a parte del evidente disfrute que la barcelonesa les está proporcionando.

-Le habrás sugerido que es un poco precipitado llevarla ya a Rusia, ¿verdad?

-Claro, Stephen. No soy tonto. Le he comentado cuánto ha pagado por estar con ella el pintor y todo lo que estarán dispuestos a apoquinar otros hombres. Eme es preciosa y una excitante novedad. Todo le parece provocador y extraño, pero nos sigue la corriente. No podíamos encontrar a nadie mejor, "vírgen" en esto y con tantas ganas de probar dónde están sus límites.



Mientras tanto, Eme, ya perdida en la gran cama donde sigue echada, se plantea si todo lo que acaba de oír no formará parte todavía del sueño en el que estaba inmersa. Aunque le parece que mejor se acerca a pesadilla... Stephen y John son encantadores y aprecia mucho el trabajo que está realizando con ellos. No es posible que haya escuchado esa conversación. Seguramente la ha interpretado mal. Seguramente sigue un poco abstraída por todo lo que se tomó ayer y las sensaciones que vivió. Tiembla, pero quiere seguir oyendo lo que dicen. Los dos hombres están ahora en la pequeña, pero espléndidamente equipada, cocina del lujoso apartamento neoyorquino en que se alojan.

-John, vamos bien encaminados entonces. Que Ludmila sienta ansia por ella nos favorece muchísimo, lo sabes. Cuanto más la desee, más estará dispuesta a hacer por conseguirla, más querrá pagar por ella. Pero la prisa es mala consejera, sobre todo para nosotros. Aún podemos sacar más antes de dejársela a la rusa. Tony está como loco y me ha explicado que está dando voces para que la gocen también sus amigos. La fiesta de ayer funcionó como una presentación en sociedad, y ¡menuda presentación! Eme tiene mucho vicio y, tal como dijiste un día, es un diamante en bruto. Cuando la tengamos "talladita" y enseñada, nos comeremos el mundo los tres: tú, yo y nuestra, ya expectante, colega de Samara.

Eme está ya despierta por completo y sigue temblando. El sudor helado y el terror se han apoderado de ella y pueden ya más que su incredulidad. "Me parece increíble que esto me esté pasando a mi. Pero tengo que hacer algo, y hacerlo cuanto antes". Ahora sólo piensa en una cosa: en llamar a su querido amigo Guille. Está convencida de que es el único paso que puede dar ahora. "Él siempre me protege. También me sacará de ésta". Autoconvencida y notando cómo sus entrañas empiezan a hervir, coge en silencio su bolso y busca su iPhone. Con los dientes convertidos en unas auténticas castañuelas y el pulso desbocado, escribe apresuradamente un mensaje para su compañero de piso. El sms casi parece un telegrama. El miedo la está paralizando y tampoco tiene todo el tiempo del mundo. Se da toda la prisa que le permiten sus dedos acartonados y, justo a tiempo, cuando Essol y Avery están a punto de entrar en la estancia -ella oye sus pasos cómodos y sus risas a dúo-, Eme pulsa el botón de "enviar".

¿Cómo ha podido ser tan estúpida? ¿Cómo ha podido dejarse llevar de esa forma tan inconsciente y confiada? Le parece que aún sigue siendo una niña, y recuerda a su amiga Sabela, con quien tenía que haberse ido a Barcelona en su momento. El arrepentimiento por su actitud, por dejar tirada a su compañera de fatigas y por dejarse arrastrar por esos dos individuos, hace mella en su alma. Los espejismos tienen una cualidad efímera que les define: duran lo que duran. Lo que ya no va a poder sacudirse de ahora en adelante es este temblor. Y desconoce hasta qué extremo va a sufrirlo. Torres más altas han caído y ella lo está experimentando en picado. Está blanca como el papel. Escalofríos en cadena recorren su espalda cuando piensa lo cerca que puede llegar a estar la gloria del abismo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario