London Blogging Night

¡Hola!


El relato con el que inauguramos esta aventura se tituló London Bloggin Night y es una historia de amistad con todos los ingredientes de una novela de intriga: una desaparición misteriosa, un personaje siniestro, pasiones, miedos e incertidumbres. Puedes encontrar los 47 capítulos en el archivo.


Ahora iniciamos una Isla de Relatos (casi perversa) donde intentaremos contar historias que os evadan un rato, a la vez que os provoquen. Queremos que paséis un tiempo, sea el que sea, pero que sea memorable.



Patricia & Isabel


sábado, 16 de noviembre de 2013

Capítulo 28: En buenas manos

La expresión “perder el tiempo” no existe en su vocabulario. Una vez que se ha quedado sola en su despacho, descuelga el teléfono con toda la resolución que le otorga su larga experiencia.
-¿Qué tal, Estévez? ¿Mucho trabajo?... Yo estoy bien, gracias. Ya sabes, siempre tan liada que no me queda tiempo ni para respirar. ¿Qué te voy a contar que no sepas? Voy al grano. El caso es que necesito que inicies un expediente de búsqueda de una mujer que, teóricamente, está con un individuo que se cree muy listo. Primero creí que se trataba de secuestro, pero creemos que nadie la ha obligado a trasladarse de país, sino que lo ha hecho voluntariamente con ese personaje. La ha llevado de Londres a Nueva York con alguna excusa que desconocemos. Imaginamos que por algún trabajo, pero seguro que, para ella, ha sido como un viaje de placer. Visitar la ciudad de los rascacielos siempre lo es: doy fe de ello. Si, además, lo haces con un tipo tan interesante y sofisticado como el clásico marchante de arte, que, por lo que me han contado, también es apuesto, ¡figúrate! Pero ahora parece que ya no es tan divertido.
El teniente Raúl Estevez, de la División de Cooperación Internacional (D.A.O.) de policía, asiente mientras escucha atentamente a la detective Ruiz.
-Dime, Cristina, ¿qué ha ocurrido para que creas que la fiesta se ha acabado?. Ruiz se apresura a contestar: -La chica que quiero recuperar es Eme, una antigua amiga. Ha enviado un sms de socorro a otro amigo común: que vaya a buscarla, que tiene miedo. Siendo una mujer, y además preciosa, que escribe un mensaje pidiendo ayuda urgente, he pensado que pueden haberla engañado para viajar a Estados Unidos con fines oscuros. ¿Cuáles pueden ser si no, teniendo en cuenta su belleza y el terror que ahora manifiesta?



El teniente de la D.A.O., una división policial recientemente creada que agrupa oficinas de INTERPOL, EUROPOL y SIRENE en cuatro continentes –entre ellos, América–, sabe que, por regla general, la experimentada detective no sospecha sin razón. Así que está dispuesto a ayudarla. Al deber se añade que tienen una velada pendiente desde la última vez que su colega se desplazó a la Gran Manzana...
-De acuerdo, querida Cristina. No me digas más. Voy a hacer algunas indagaciones sobre el terreno y seguiremos hablando, no te preocupes. Ya sabes que me gusta la calle, y vestir de paisano es lo mío. Nueva York es de todo menos pequeña, pero sabéis quién es el personaje que, supuestamente, la “acompaña” de forma tan “gentil”. Así que, quizás, hasta puedo llegar a ser su cliente. Eso sí, me debes una cena en ese bistrot de Madison Ave. Estoy deseando degustar contigo el famoso salmón de Alaska con ratatouille. Si no aceptas, no hay trato.
Cristina sonríe de oreja a oreja. Siempre le ha gustado ese hombre. Sabe que va a hacer igualmente, y con ganas, el trabajo, porque le encanta, tanto como a ella. Pero también sabe que a su compañero del otro lado del charco aún le agrada más vestir el deber de proposiciones para ella, casi “deshonestas”. A ella le gusta ese juego, sobre todo porque él nunca ha sido un baboso al uso. “Ni al uso, ni nada”, piensa la mujer.
-Por supuesto, Raúl. En cuanto vea un hueco, me planto en New York. ¡Palabrita de mujer policía! Le envía un beso a distancia y cuelga el aparato.

Ahora se da cuenta que está oscureciendo. Para ella este momento del día se tiñe de tristeza, porque las horas de luz son las que le hacen sentirse viva. Cuando el sol abandona su reinado, aunque sea por poco tiempo, lo peor de lo humano sale a la superficie. Y esa parte le deprime, pero hoy no tanto. Haber dado los primeros pasos para ayudar a sus amigos contribuye a atenuar el vacío que le asalta cada jornada. Se alegra de haber contactado tan deprisa con el oficial. Sabe que, con él, el asunto empieza a estar en buenas manos.

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