London Blogging Night

¡Hola!


El relato con el que inauguramos esta aventura se tituló London Bloggin Night y es una historia de amistad con todos los ingredientes de una novela de intriga: una desaparición misteriosa, un personaje siniestro, pasiones, miedos e incertidumbres. Puedes encontrar los 47 capítulos en el archivo.


Ahora iniciamos una Isla de Relatos (casi perversa) donde intentaremos contar historias que os evadan un rato, a la vez que os provoquen. Queremos que paséis un tiempo, sea el que sea, pero que sea memorable.



Patricia & Isabel


lunes, 9 de diciembre de 2013

Capítulo 29: Las cadenas del miedo

El miedo es uno de los sentimientos que más vulnerable te hacen. Te posee como una segunda piel paralizando tu cuerpo, nublando tu mente. Transforma la percepción de la realidad haciéndola lúgubre y siniestra. Envuelve el ambiente de un espeso manto gris y dibuja a sus habitantes con un perfil endiablado, monstruoso. La habilidad con la que te rescaten de ese estadio hace que tu rescatador, además de salvador, se convierta en un héroe. Esa fue la relación que establecí con Stephen Avery desde prácticamente el principio. Me enganché a su papel de héroe, idealizando rasgos de su personalidad que le permitían llevar a cabo tenebrosas hazañas. Cuando Stephen estaba cerca, yo me sentía a salvo, reconfortada .

Por eso, cuando entró en la habitación me confié. Me relajé. Salí de ese túnel del terror en cuya entrada habían estado hablando de mí. La conversación que había escuchado con interferencias se perdió por las ondas del espacio como si no hubiera existido jamás. Stephen percibió ese momento de dependencia. Sin mediar palabra supo que yo ya me había entregado a un verdugo disfrazado de semidiós al cual ofrecí lo más preciado que tenía: mi confianza. En ocasiones, la complicidad puede ser del todo peligrosa.

- Princesa, ayer estuviste espectacular. Convertiste tu fragilidad en un bocato di cardinale para los que la pudimos saborear. ¿Satisfecha?. Esa pregunta cayó sobre mi conciencia cual una losa, recordando las reprimendas de mi madre cuando me negaba mi propio disfrute haciéndome compartir su pena. En ese instante me convertí en la niña a la que no se le permitía disfrutar porque su alrededor no lo hacía y se le atribuía a ella la responsabilidad de todo lo malo que acontecía. Sentí la necesidad de huir de esta fiesta emocional para pagar las culpas de vidas ajenas.

- Stephen...llevamos unos días, semanas ya, de locura en las que he hecho cosas que jamás había experimentado. He descubierto aspectos de mí que desconocía y ha estado bien... He disfrutado, sí, me he dejado llevar. Pero ahora siento que debo parar. Echo de menos mi vida, mis amigos, mi trabajo... Creo que es el momento de volver a Barcelona. Y si quieres...podrías acompañarme...



La cara de Stephen se tensó como lo hace una cuerda a su amarre. La tensión se desplazó hasta a sus manos que agarraron con más fuerza las mías. - Claro Eme. Tienes razón. Voy a hablar con John y a organizar tu viaje de vuelta. Arréglate. En media hora venimos a por ti...

Tras obsequiarme con un beso envenenado de sus labios, abandonó la habitación dejando un halo gélido tras de sí. Parte de aquella estancia donde me encontraba se congeló tan rápido que hasta me costó no resbalar en el hielo. Aunque no era consciente de ello, estaba maniatada a unas esposas invisibles. Stephen Avery y John Essol apretarían los grilletes a través del miedo y de la coacción durante mucho tiempo después.

Pasaron más de dos horas hasta que recibí una primera señal de lo que iba a convertirse en una forma de esclavitud moderna. El sonido de un móvil que desconocía me devolvió a la realidad percatándome del retraso de Stephen. Busqué por la habitación el aparato hasta que sorprendentemente apareció junto a mi bolso. Desconocía el terminal, el número y cómo había llegado hasta ahí, pero una llamada entrante en mi estado de aislamiento era una posible respuesta a tanto interrogante.

- ¿Hola?. Unos segundos después una voz femenina respondió a mi saludo. - Hola Eme. Soy una amiga. Por ahora no voy a darte de mi nombre pero, créeme, soy la única amiga que vas a tener en mucho tiempo. Sé que has venido a Nueva York acompañada por Stephen y John y que aquí te lo has pasado bien con ellos y Toni. Sé que abandonaste Londres hace un par de meses desatendiendo a Sabela, alguien muy especial para ti. Sé que dejaste que regresara sola a Barcelona mientras tú escogías un camino excitante para descubrir. He estudiado cuál es tu entorno, dónde vives, dónde trabajas y con quién te relacionas. Conocí hace algunas semanas a tu madre, a quien por cierto, he dejado dicho que estabas recorriendo mundo. Debes saber que apenas se inmutó ante tal información así que yo de ti, no acudiría a ella. En unos días le llegará a Guille, tu compañero de piso, un pack con detalles sobre tu hipotética vuelta al mundo en el que verá fotografías tuyas en diversas playas, con gente muy variada y sonriendo,...siempre sonriendo. De tu puño y letra podrá leer las dedicatorias que le has hecho en cada instantánea y una gran oda a la amistad en otra misiva aparte. Te sorprendería la de virgerías que pueden hacerse con un ordenador y el acceso a toda la información personal publicada en la red. Te cuento todo esto para que entiendas quien lleva las riendas a partir de ahora. Eres una chica lista y sabes interpretar tanto lo que te he dicho, como lo que no te he dicho. Voy a darte una serie de instrucciones y reglas que quiero que sigas a rajatabla. Tienes dos alternativas. Seguirlas, y todo te va a ir bien o intentar escaparte de ellas, en cuyo caso sólo puedo desearte buena suerte y un milagro. Ambos, los necesitarías. Si no quieres cavar tu propia tumba, relájate, escucha y hazme caso. Yo empecé como tú estás ahora y puedo decirte muchos años después que mi vida ha sido mejor de lo que hubiera imaginado.

Si el tiempo es capaz de detenerse alguna vez, ese fue el instante. Si alguien puede llegar a convertirse en una estatua de sal por haberse dado la vuelta sin deber, esa fui yo. La sangre se coaguló en mis venas y el riego sanguíneo se detuvo en cuestión de segundos. Sentí una parálisis general en todo mi ser y mis piernas cedieron al peso del miedo que se apoderó de mí nuevamente. Caí derrumbada dibujando una ese en el trayecto hasta el suelo con el devaneo de mi cuerpo. No llegué a perder el sentido pero sí perdí, sin saberlo, una parte de esa inocencia vital que una lleva en las entrañas hasta que un viento huracanado o un tsunami emocional hacen que desaparezca catastróficamente. No llegué a escuchar las instrucciones porque éstas me llegaron en forma de mensaje escrito. Se conoce que hasta mi reacción había sido prevista así que tal sólo me limité a leerlas.

- Por ahora debes saber que todo contacto con el mundo exterior que pretendas realizar te está prohibido. Estás en una estancia aislada. Tienes acceso a un baño y a un salón contiguo a tu habitación al que accederás cuando yo te lo pida. Sólo vas a tener noticias mías y de quién yo considere. Recibirás en breve una maleta con varios conjuntos que te pondrás cuando y como yo lo exija. Comerás tres veces al día en tu habitación y si eres una buena chica, quizá puedas escoger algún día el menú. Tenemos grandes planes para ti, Eme, y si colaboras, podrás disfrutar de una vida de lujo y facilidades pronto. Hazme caso.

Firmaba: "Tu única amiga".

Había sido secuestrada física y mentalmente, porque además de privarme de mi libertad, habían suplantado el papel de mi gran Sabela...la amiga, la hermana, mi principio, mi fin... Esa que firmaba, que no eras tú, se hacía pasar por ti y a la que me uní con las cadenas del miedo.

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