London Blogging Night

¡Hola!


El relato con el que inauguramos esta aventura se tituló London Bloggin Night y es una historia de amistad con todos los ingredientes de una novela de intriga: una desaparición misteriosa, un personaje siniestro, pasiones, miedos e incertidumbres. Puedes encontrar los 47 capítulos en el archivo.


Ahora iniciamos una Isla de Relatos (casi perversa) donde intentaremos contar historias que os evadan un rato, a la vez que os provoquen. Queremos que paséis un tiempo, sea el que sea, pero que sea memorable.



Patricia & Isabel


domingo, 29 de diciembre de 2013

CAPÍTULO 30: En busca de la mujer de la jaula de oro

Dos mujeres y un hombre se apresuran en llegar a sus respectivos aeropuertos. Los tres tienen dos cosas en común: una, que no soportan las fiestas navideñas y toda la falsa felicidad que las rodea; la otra, que piensan en la mujer por la cual viajan en esta fría, gris y lluviosa mañana del 25 de diciembre. El mundo parece haberse detenido en un día como hoy, pero la sensación desaparece en cuanto los componentes del trío cruzan puertas giratorias y se zambullen en el bullicio de viajeros de las terminales. Conocemos a las dos mujeres. Una, la rusa, es elegante y austera, de impresionante envergadura y su mirada es tan gélida como el día. La otra, la catalana, vestida con sencillez, lo observa todo a través de sus ojos curiosos y nobles. Se encaminan a las puertas de embarque –en los aeropuertos internacionales de Samara y Barcelona– esperando que sus aviones con destino a Nueva York no se retrasen. Hay muchas cosas que hacer en esa ciudad y no tienen todo el tiempo que desearían. A la tercera figura, la masculina, no la reconocemos.




Es un hombre distinguido, vestido con un traje negro de corte impecable, camisa blanca y tirantes, pero sin corbata. De pelo entrecano, proporciones agradables a la vista, gafas de pasta negra y poco más de 60 años, notamos que su discreta informalidad está estudiada. Puede recordarnos películas de cine negro, y tendría sentido que así fuera: su trabajo también las rememora. Es escocés , natural de Fife , y nació como Jack Hoggan, para acabar adoptando el nombre de soltera de su madre añadiéndole la vocal “a”. Autodidacta en la pintura, que no empezó a desarrollar hasta la década de los 70 a raíz del regalo de unas acuarelas por parte de una amiga, se le conoce como el “pintor del pueblo”. En España sabemos de él sobre todo por uno de sus trabajos, que ilustra la portada de una de las ediciones de la archiconocida novela, carne de serie, “El tiempo entre costuras”, obra de la puertollanera María Dueñas. Pero no es por “Valentine Rose” que Avery y Essol saben de la existencia del pintor. Jack ha realizado diversas exposiciones, con entradas agotadas, no sólo en Edimburgo, sino también en Londres, Hong Kong y Nueva York, y le representa con exclusividad la Heartbreak Gallery de la capital londinense, “campamento base” del marchante y su ayudante. Stephen y John ya han visto la retrospectiva de sus veinte años de carrera, que el artista escocés ha puesto a disposición del público en Glasgow desde el pasado septiembre y hasta febrero de 2014. La visión y disfrute de algunas de las obras de Vettriano fue lo que llevó a Essol y Avery a plantearse la posibilidad que al artista pudiera interesarle Eme. Como cada vez que se les ocurría una idea, les faltó tiempo para ponerse en contacto con el pintor. Por eso Jack se encuentra hoy en el aeropuerto de Edimburgo; por eso, su rostro refleja el deseo creciente y la prisa por tener en frente a la mujer de quien tan bien le han hablado. Su ansia de nuevas emociones en el terreno del placer ha sido terreno abonado para la persuasión de Stephen y John, a la búsqueda de generosos clientes para su esclava.

En cuanto a las dos mujeres que también se desplazan en Navidad –pasando de reuniones familiares y otras convocatorias igual de descorazonadoras–, sabemos que viajan por una razón, pero con fines distintos. Ludmila Petrova, la extorsionadora, quiere asegurarse in situ que la cárcel de lujo, el paraíso con barrotes que “acoge” a la joven barcelonesa es lo suficientemente segura y cuenta con todos los detalles que la rusa considera imprescindibles en estos casos. Además, arde en deseos de verla en persona e intuir en ella lo que los hombres sienten cuando la tienen delante. Por su parte, la detective Cristina Ruiz quiere ayudar a sus amigos, y a la chica indefensa, haciendo bien su trabajo. Hace unos días consiguió encontrar el hueco prometido en su repleta agenda al teniente Estévez, y está ansiosa por obtener los detalles de la investigación que, hasta el momento, haya conseguido su también amigo y oficial de policía en New York. Estará bien verle otra vez, aunque sea por un motivo luctuoso.

Distintas personas, distintas razones y una sola persona en sus mentes: una preciosa mujer presa en una jaula de oro.

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