London Blogging Night

¡Hola!


El relato con el que inauguramos esta aventura se tituló London Bloggin Night y es una historia de amistad con todos los ingredientes de una novela de intriga: una desaparición misteriosa, un personaje siniestro, pasiones, miedos e incertidumbres. Puedes encontrar los 47 capítulos en el archivo.


Ahora iniciamos una Isla de Relatos (casi perversa) donde intentaremos contar historias que os evadan un rato, a la vez que os provoquen. Queremos que paséis un tiempo, sea el que sea, pero que sea memorable.



Patricia & Isabel


domingo, 30 de marzo de 2014

Capítulo 33: Partidas y regresos

El mal tiempo y la ausencia de compañía habían provocado estragos en mi humor. Llevaba tres semanas sin Marcus, que estaba trabajando en algún lugar cerca de Oporto inmerso en la remodelación de un antiguo mercado. Normalmente, hubiera agradecido esta encubierta independencia para rehabilitar mi cada vez más deslucido rostro. Era consciente de que los malos hábitos y algunos vicios encubiertos estaban ganando la batalla al antioxidante, pero tenía cosas más importantes en qué ocupar mi tiempo. Para empezar estaba la lista de familiares, amigos y clientes de Eme que Cristina me había pedido antes de partir hacia Nueva York. No acababa de ver la relación entre aquel maldito personaje, Stephen Avery, desconocido para nosotras hasta el viaje a Londres, y nuestro círculo más cercano, pero si Cristina lo veía necesario para su investigación no iba a cuestionarlo. Además debía poner en alerta a Guille, a la madre de Eme y a los más allegados, del estado de la situación. Todo apuntaba a que Eme estaba siendo retenida en algún lugar y no le permitían contactar con nadie. Debíamos estar atentos, por ello, ante cualquier señal que pudiera hacernos llegar, como aquel críptico SMS que recibimos Guille y yo. Cristina me había dado un guión. No debía dar muestras de alarmismo más allá de las involuntarias, para evitar que el pánico interfiriera en la estrategia de investigación. Por las pinceladas que me había dado sobre el caso era determinante la discreción. Estos supuestos círculos mafiosos ejercen influencia en muchas esferas sociales, sobre todo en las altas, donde el anonimato es determinante para el negocio. No podía generarse revuelo alertando a la policía. Ni siquiera las autoridades competentes serían avisadas, al menos en esta primera fase.



Hice mis deberes con celeridad y le envíe a Cristina la lista, borrando después el archivo como me especificó. Llamé a nuestros mejores amigos y les di una única instrucción: cualquier señal de Eme debía serme notificada inmediatamente. Los pocos con los que contacté acataron con resignación no hacer demasiadas preguntas. Todos menos Guille. Su innata curiosidad y la estrecha relación que tenía con su compañera de piso le llevaba a estirar del hilo más de lo que Cristina hubiera querido.
_ Sab! dime qué está pasando. Cuál es el plan?. - Desobedeciendo a la responsable de la operación le conté a Guille lo que sabía.
_ Eme está retenida, supuestamente en Nueva York, por una red de tráfico de género. El tío que conocimos en Londres la ha engatusado llevándosela con alguna falsa promesa que desconocemos. Puesto que Eme consintió, no podemos acogernos a la intimidación, al menos por ahora. Cristina ha visto proliferar casos como éste en los últimos años y sabe lo fácil que resulta maquillar la realidad. Fiestas y nuevas experiencias son un anzuelo infalible para personas vitales, inquietas y deseosas de dosis de adrenalina. Que Eme no tenga un vínculo familiar sólido no hace más que facilitar el engaño. La personalidad de nuestra amiga, Guille, es un imán para este entramado. No quiero ni imaginar lo que debe estar pasando. - Sentí cómo un nudo en la garganta impedía que pudiera pronunciar una palabra más. Guille me apretó las manos y recogió el testigo de mi última sílaba. - Vamos a encontrarla, Sabela. Y la traeremos de vuelta casa. En unos días estaremos degustando su plato favorito y escuchando su espantosa versión de 'Every breath you take', que tanto le gusta tararear. _ Sonreí a pesar de todo. Guille tenía razón, Eme era tan mala cocinera como cantante pero ninguna de las dos cosas le impedían hacer las veces de soprano metida en fogones.

Tras dos semanas de investigación Cristina se puso en contacto conmigo para dar cuenta de sus avances. Aunque me alegré de oír su voz, las noticias que iba a darme no provocarían el mismo efecto.

_ Sabela, hemos dado con el paradero de Steven Avery. No ha sido nada fácil porque la organización a la que pertenece todo este entramado está muy bien camuflada. Él y sus acompañantes, a excepción de Eme, entraron en los EE.UU con pasaporte falso y de hecho sólo hemos podido localizar al tal Avery. Regenta una galería de arte en Chelsea, donde aparece como Steve Linsey. El vecindario cuenta con más de 250 galerías apiñadas en el perímetro que comprende las calles 18th a la 29th y las avenidas 10th a la 12th, por lo que nos ha sido difícil dar con ella a la primera. Relacionamos ambos nombres por una tarjeta de crédito que se utilizó, suponemos que erróneamente, en una terminal de taxis. Cristina siguió con el relato mientras yo busqué asiento para no tambalearme más de lo que lo estaba haciendo mi cabeza. _ Te ahorraré los detalles porque no son agradables. El tema es que ya no están allí. Parece ser que Eme ha sido enviada a Dubai como "invitada especial" de un marchante de arte con negocios en el golfo pérsico. Sabemos que han viajado en un vuelo privado. Las buenas noticias es que está bien. Hemos dado con una mujer que preparó un encuentro entre ella y un cliente. Parece ser la madamme del negocio, aunque se nos ha escurrido como una anguila. Esta gente tiene muchas influencias, Sabela, y se mueven con rapidez y extrema discreción.
¿Y ahora qué? - pregunté desesperada. _ Regreso a Barcelona, esta vez acompañada por el teniente Raúl Estévez. En cuanto lleguemos te contaré cuáles son los próximos pasos. Necesito que me hagas un favor. No hables con nadie de lo que te dicho. Con nadie Sabela. De momento estamos concentrados en encontrar a Eme, no quiero tener que preocuparme por la seguridad de nadie más. Esta gentuza es peligrosa. ¿Me has entendido?.

_ ...¿Entendido, decía? Entender era precisamente lo que no estaba haciendo desde había unas cuantas semanas. Aún así le contesté afirmativamente y colgué para marcar el número de Marcus. _ Tardó unos minutos antes de contestar pero ahí estaba él, su particular forma de ilusionarme: ¿Hola amor, cómo estás?.

Me eché a llorar desconsoladamente. Lloré, lloré y lloré hasta que su voz se superpuso a mis sollozos.  Había perdido a Eme pero Marcus regresaba a mi lado. Aunque no podía sustituirla sí iba a complementarme. Con Marcus, la vida se estaba constantemente actualizando con una versión mejorada.

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