London Blogging Night

¡Hola!


El relato con el que inauguramos esta aventura se tituló London Bloggin Night y es una historia de amistad con todos los ingredientes de una novela de intriga: una desaparición misteriosa, un personaje siniestro, pasiones, miedos e incertidumbres. Puedes encontrar los 47 capítulos en el archivo.


Ahora iniciamos una Isla de Relatos (casi perversa) donde intentaremos contar historias que os evadan un rato, a la vez que os provoquen. Queremos que paséis un tiempo, sea el que sea, pero que sea memorable.



Patricia & Isabel


martes, 7 de abril de 2015

Capítulo 44: Haciendo planes

Ni la luz blanca, que dulcifica los contornos de todo y anuncia un día primaveral a través de las rendijas de una funcional persiana, consigue rebajar la tensión existente en un despacho de Samara, Rusia. Tres hombres sentados en el sofá del centro de la minimalista estancia escuchan con la máxima atención el discurso de la mujer de facciones duras que permanece en pie ante ellos. A todos los integrantes de esta reunión los conocemos. Los tratantes de arte Stephen y John y el “amigo” de Eme, Guille, están deseando que su jefa, Ludmila, termine, de una vez, de echarles el sermón.
-¿Cómo hemos permitido que sucediera esto? ¿En qué estabais pensando? Menuda cuadrilla sois. No se puede contar con vosotros.
Mientras la rusa sigue desgranando su frustración y enfureciéndose más a medida que habla, los tres hombres se hacen las mismas preguntas que ella, tienen las mismas dudas: “¿Cómo es posible que Eme se haya quedado embarazada? Creíamos tenerlo todo controlado. ¿Qué vamos a hacer ahora? Esto no lo habíamos previsto… Pero no nos pongamos nerviosos. De lo que ha ocurrido seguro que también podemos sacar tajada”.
Como si les hubiera leído los pensamientos, Ludmila expone sus planes y se encarga de dejar claro a su auditorio que espera que no salgan mal esta vez:
-Hemos de averiguar lo antes posible de qué sexo es la criatura. Si es una niña, tengo proyectos para ella. La podemos utilizar bien: últimamente están muy de moda las tendencias pedófilas. Todos tenemos nuestros vicios, ¿no es cierto? Si no existiera doblez en la condición humana, en que es difícil distinguir los instintos de la razón, nosotros no tendríamos trabajo.
Tanto Guille como Essol y Avery están de acuerdo con ella, aunque sea por distintos motivos. A John y Stephen sólo les importa el negocio. A Guille, la venganza. Ludmila sabe que opinan lo mismo, y que sólo hay un cabo suelto: el árabe está haciendo demasiadas preguntas, parece que quiere liberar a Eme, casarse con ella y ejercer de padre de su hijo. Desea ayudarla a volver a casa, a ver a su familia, a sus amigos.



-El cuento de hadas no es lo mejor para nosotros –sigue hablando Ludmila–. Si Al Martum consigue lo que se propone a pesar de los obstáculos que le pongamos, vamos a tener muchos problemas. Siempre hemos actuado correctamente y todo ha funcionado como la seda, con discreción, como debe ser. Sacar los trapos sucios al sol no nos beneficia de ninguna forma.
De pronto, Guille decide tomar la iniciativa en la réplica a la dominante soviética, erigiéndose así en portavoz: -Y entonces, ¿qué propones? ¿Quizás que quitemos de en medio al moro? Ella sonríe. Le siguen cayendo bien estos medio ineptos, a pesar de todo. Reconoce para sí que no se trabaja tan mal con ellos como les dice, pero que ha de mantenerlos atados en corto. Son tan parecidos a ella que no puede bajar la guardia ni un segundo, por si se desmandan y acaban haciendo lo que deben pero dejándola al margen. Les cree capaces de traicionarla. Y aun así, continúa sonriendo.
-Creo que sería la mejor solución. Mataríamos dos pájaros de un tiro, válgase la expresión. El árabe ya no molestaría más, y Eme seguiría siendo nuestra “invitada”, pero con un “regalito” a cuestas que nos traerá pingües beneficios. Toda una inversión. Los tres hombres se levantan del sofá, puesto que el encuentro ha terminado. En sus rostros se dibuja la misma determinación: no defraudar a la rusa.

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